Enorme, también en sus errores
El primer recuerdo que nos sobreviene a la noticia de la muerte del Viejo es el de su estampa erguida en la Plaza del Minero, en Siglo XX, durante la campaña electoral de 1985. A sus espaldas tenía el monumento a su hermano, César Lora, asesinado en 1965 cuando desarrollaba una experiencia extraordinaria en Latinoamérica: la organización de sindicatos clandestinos durante la dictadura de René Barrientos. Delante de Guillermo, lo escuchaban unos dos mil mineros recién salidos del turno tarde. En ese altiplano que parece cruzado por todos los vientos del mundo, Lora hablaba en un tono sorprendente: -Sabemos que ustedes van a votar por Víctor Paz (Estenssoro), porque se han creído el cuento de que con él van a seguir las minas y que si gana (Hugo) Banzer las minas cierran. Les han engañado: Víctor Paz va a cerrar las minas igual que Banzer. Por ese cuento, ustedes se van a comportar como un hato de traidores. Tan traidores son ustedes que van a votar en contra de la sangre de sus mártires