Israel masacra a los palestinos de Gaza
Por: Luis Oviedo
Israel lanzó un ataque artero (una masacre) contra la Franja de Gaza. Desde hace tres días, aviones y helicópteros de combate están machacando el estrecho territorio donde viven hacinados un millón y medio de palestinos. El saldo provisional es de 400 muertos y más de 1.000 heridos. Las morgues y los hospitales están colapsados. Los atacantes utilizan bombas de fragmentación; por eso, los cadáveres llegaron a la morgue "en pedazos" (El País, 29/12). El primer ataque, el sábado 27, fue lanzado a la hora en que los niños salían de las escuelas y las mujeres se dirigían a las compras (ídem); el número de muertos y heridos civiles es enorme. Es la mayor masacre de la población palestina en la Franja de Gaza en la actual generación; para encontrar algo similar hay que remontarse cuarenta años, hasta la Guerra de los Seis Días.
El ataque fue respaldado de manera unánime por todos los partidos sionistas, incluidos aquellos que se dicen de izquierda. Como siempre, el papel más despreciable en este concierto lo ocupan los "izquierdistas" y los "pacifistas". Amos Oz, fundador del movimiento "Paz Ahora" llega a escribir que "está claro que el deseo ferviente de Hamas es inducir a Israel a que emprenda una operación militar (...) el cálculo es sencillo (...) si mueren muchísimos palestinos inocentes, tantísimo mejor" (La Nación, 27/12). Este escritor es un sinvergüenza.
La masacre israelí toma como excusa el fin de la tregua establecida hace seis meses por Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, pero por sobre todo necesita propiciar un golpe mortal a los palestinos y a Hamas, para dejar libre el terreno al próximo gobierno de Obama. Los cohetes que dispara la milicia palestina son artesanales, de escaso alcance, incapaces de provocar grandes daños y un elevado número de víctimas. La desproporción de la respuesta sionista es abismal: el Estado sionista utiliza aviones de última generación, helicópteros sofisticados y toneladas de bombas "inteligentes" guiadas por sistemas de alta precisión. Como denuncia un sitio web judío que rechaza la guerra: "No hay nada de gloria o de valor en volar sobre una gigantesca prisión y dispararle a su pueblo usando helicópteros y jets de combate" (ynet.com, 29/12).
Una deliberada política de masacre
Israel abandonó la Franja de Gaza en 2005. Aunque Gaza pasó a ser gobernada por la Autoridad Palestina, Israel controlaba todos los accesos a la Franja y ejercía el control de su costa y de su espacio aéreo. El retiro de Israel convirtió a Gaza en una prisión a cielo abierto; el ejército sionista era el carcelero. Por eso, el Estado sionista seguía manteniendo todas las obligaciones respecto de la población civil que la ley internacional fija para las potencias ocupantes.
En enero de 2006 se realizaron las elecciones de la Autoridad Palestina: Hamas le impuso una derrota abrumadora a la OLP del presidente Abu Mazen. El voto por Hamas fue la expresión de un repudio popular masivo a la dirección de la OLP, involucrada en múltiples casos de corrupción y que mostraba una completa impotencia frente a las agresiones sionistas.
Con el ascenso de Hamas al gobierno, Israel comenzó a estrechar el cerco sobre Gaza. Los pasos se cerraron al acceso de mercancías elementales como alimentos, medicinas, combustibles. Israel desató una guerra económica que arruinó al comercio y a las empresas palestinas. La desocupación creció al 70%; la mayoría de las fábricas cerraron; sin trabajo, la población estaba condenada a alimentarse de la ayuda asistencial. La falta de materiales de reparación desató una crisis sanitaria de enorme envergadura, pues los sistemas de cloacas colapsaron. Israel retenía los impuestos que debía girar a Gaza; también bloqueaba la ayuda internacional.
Israel no se limitó a cercar Gaza. Junto con la OLP, conspiró para derrocar al gobierno de Hamas. El golpe de Estado que impulsaron, en junio de 2007, fracasó y la OLP fue expulsada de Gaza. Entonces Israel reforzó el cerco económico, bloqueando incluso el acceso de mercancías elementales, como la harina para fabricar pan. El 75% de la población sufre "hambre extrema" (El País, 28/12). El cerco contra Gaza adquiere un carácter internacional: Egipto colabora estrechamente con Israel para mantener los pasos cerrados; la Unión Europea y Estados Unidos respaldan el sitio sobre Gaza.
El objetivo del cerco sionista era provocar el dislocamiento del gobierno de Hamas.
El cese del fuego, propuesto unilateralmente y efectivamente cumplido por Hamas, buscaba aliviar el cerco sobre la población palestina. Hamas se comprometió a no lanzar (y evitar que se lanzaran) cohetes contra el sur de Israel a cambio del compromiso israelí de abrir los puestos fronterizos al paso de mercancías y el fin de la política de "asesinatos selectivos" (contra dirigentes palestinos).
Durante varios meses, Hamas cumplió e hizo cumplir el cese del fuego a las restantes milicias palestinas. Israel no lo cumplió nunca. Lo reconoce el general retirado Shmuel Zakai, antiguo comandante del ejército israelí en Gaza. "Podríamos haber aflojado el cerco sobre Gaza, de manera tal que los palestinos, Hamas, comprendieran de que restringir el fuego era en su propio interés. Usted no puede hacer que la tierra explote, dejar a los palestinos en Gaza en la penuria económica y esperar que Hamas se siente a esperar y no haga nada" (Haaretz, 27/12). Es claro que el Estado sionista viene preparando la masacre que acaba de lanzar desde hace mucho.
Como dice el propio general, el lanzamiento de cohetes era la única manera que Israel había dejado a Hamas para "renegociar la tregua en mejores condiciones" (ídem).
Una semana antes del vencimiento de la tregua, el cerco era tan brutal que habían cerrado la mayoría de las panaderías, los bancos y hasta las agencias internacionales de socorro debieron dejar de operar por falta de alimentos, medios y recursos. Antes de que la tregua venciera, el semanario británico The Economist (20/12), en una nota editorial, reclamaba que "Israel afloje su cerco económico sobre Gaza" y que sólo si, una vez que se aflojara, las milicias continuaban disparando cohetes contra Israel, el estado sionista debería responder por medios militares. En el propio campo sionista, hubo numerosos reclamos de "aceptar la oferta de Hamas" (Larry Derfner, The Jerusalem Post, 24/12).
El 19 de diciembre, "a cambio de levantar el bloqueo sobre la Franja, Hamas ofreció en el mismo día 19 una reanudación por tiempo indefinido de una tregua" (El País, 28/12).
Israel rechazó la tregua y lanzó contra Gaza el ataque más descomunal que se tenga memoria.
El objetivo del ataque no es volver a ocupar Gaza: "el plan del ejército es golpear y salir", declara un especialista israelí (Corriere della Sera, 27/12). Primero con los aviones; después van a lanzar los tanques contra la población civil. El objetivo es propinarle un golpe demoledor a Hamas y esperar que, luego del retiro de los tanques y el fin de los bombardeos, Hamas capitule o sea desplazada del poder por la Autoridad Palestina de Abu Mazen. El cerco no se aflojará; la masacre continuará.
El primer crimen de guerra de Obama
Barack Obama ha llenado el "vacío de poder" dejado por el fracaso de la presidencia de Bush; ninguna decisión del gobierno norteamericano o de su Congreso se toma sin consultarlo. Lo mismo debe decirse de Israel, aliado estratégico del imperialismo norteamericano en el Medio Oriente. Obama comparte con Bush nada menos que al ministro de Defensa.
El cerco sobre Gaza se fue empeorando y reforzándose durante el desarrollo de la campaña electoral norteamericana. El candidato Obama nunca lo objetó ni lo criticó. Al contrario, "durante la campaña electoral el presidente electo se empeñó más que cualquier otro candidato en la defensa de Israel", recuerda el italiano Corriere della Sera (28/12). Nombró secretaria de Estado a Hillary Clinton, otra reconocida defensora del Estado de Israel; tampoco a ella se le escuchó criticar el cerco de Gaza y el intento de someter por el hambre a la población palestina.
A mediados de año, cuando visitó Israel, Obama declaró que "ningún país aceptaría que llovieran misiles sobre la cabeza de sus ciudadanos. ‘Si alguien estuviese dirigiendo cohetes a la casa donde duermen mis dos hijas por la noche, haría todo lo que estuviera en mi poder para detenerlo'..." (La Nación, 29/12).
Obama "no dijo nada acerca de la nueva ofensiva en Gaza, los asentamientos sionistas y la división entre los palestinos", agrega el especialista británico Robert Fisk (Página/12, 29/12).
En resumen, el acuerdo de Obama y del nuevo gobierno norteamericano con la masacre de Gaza es total y completo.
Pero así como el calendario electoral israelí empuja a los candidatos a respaldar la masacre y a exigir bombardeos todavía mayores, también el calendario político norteamericano establece sus reglas: la matanza debe estar concluida antes del 20 de enero, cuando Obama asuma la presidencia. Así, el hombre que aprueba la masacre del pueblo palestino podrá presentarse como un "promotor de la paz".
La masacre de Gaza es el primer crimen de guerra de Barack Obama. Ya allegarán otros, pero que el presidente electo haya elegido como su primer "teatro de operaciones" la Franja de Gaza es todo un anticipo de lo que será su gobierno. Obama respalda una masacre que quiere rendir por las bombas, el hambre, el asesinato indiscriminado de civiles y el robo de tierras los derechos nacionales del pueblo palestino.
Israel lanzó un ataque artero (una masacre) contra la Franja de Gaza. Desde hace tres días, aviones y helicópteros de combate están machacando el estrecho territorio donde viven hacinados un millón y medio de palestinos. El saldo provisional es de 400 muertos y más de 1.000 heridos. Las morgues y los hospitales están colapsados. Los atacantes utilizan bombas de fragmentación; por eso, los cadáveres llegaron a la morgue "en pedazos" (El País, 29/12). El primer ataque, el sábado 27, fue lanzado a la hora en que los niños salían de las escuelas y las mujeres se dirigían a las compras (ídem); el número de muertos y heridos civiles es enorme. Es la mayor masacre de la población palestina en la Franja de Gaza en la actual generación; para encontrar algo similar hay que remontarse cuarenta años, hasta la Guerra de los Seis Días.
El ataque fue respaldado de manera unánime por todos los partidos sionistas, incluidos aquellos que se dicen de izquierda. Como siempre, el papel más despreciable en este concierto lo ocupan los "izquierdistas" y los "pacifistas". Amos Oz, fundador del movimiento "Paz Ahora" llega a escribir que "está claro que el deseo ferviente de Hamas es inducir a Israel a que emprenda una operación militar (...) el cálculo es sencillo (...) si mueren muchísimos palestinos inocentes, tantísimo mejor" (La Nación, 27/12). Este escritor es un sinvergüenza.
La masacre israelí toma como excusa el fin de la tregua establecida hace seis meses por Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, pero por sobre todo necesita propiciar un golpe mortal a los palestinos y a Hamas, para dejar libre el terreno al próximo gobierno de Obama. Los cohetes que dispara la milicia palestina son artesanales, de escaso alcance, incapaces de provocar grandes daños y un elevado número de víctimas. La desproporción de la respuesta sionista es abismal: el Estado sionista utiliza aviones de última generación, helicópteros sofisticados y toneladas de bombas "inteligentes" guiadas por sistemas de alta precisión. Como denuncia un sitio web judío que rechaza la guerra: "No hay nada de gloria o de valor en volar sobre una gigantesca prisión y dispararle a su pueblo usando helicópteros y jets de combate" (ynet.com, 29/12).
Una deliberada política de masacre
Israel abandonó la Franja de Gaza en 2005. Aunque Gaza pasó a ser gobernada por la Autoridad Palestina, Israel controlaba todos los accesos a la Franja y ejercía el control de su costa y de su espacio aéreo. El retiro de Israel convirtió a Gaza en una prisión a cielo abierto; el ejército sionista era el carcelero. Por eso, el Estado sionista seguía manteniendo todas las obligaciones respecto de la población civil que la ley internacional fija para las potencias ocupantes.
En enero de 2006 se realizaron las elecciones de la Autoridad Palestina: Hamas le impuso una derrota abrumadora a la OLP del presidente Abu Mazen. El voto por Hamas fue la expresión de un repudio popular masivo a la dirección de la OLP, involucrada en múltiples casos de corrupción y que mostraba una completa impotencia frente a las agresiones sionistas.
Con el ascenso de Hamas al gobierno, Israel comenzó a estrechar el cerco sobre Gaza. Los pasos se cerraron al acceso de mercancías elementales como alimentos, medicinas, combustibles. Israel desató una guerra económica que arruinó al comercio y a las empresas palestinas. La desocupación creció al 70%; la mayoría de las fábricas cerraron; sin trabajo, la población estaba condenada a alimentarse de la ayuda asistencial. La falta de materiales de reparación desató una crisis sanitaria de enorme envergadura, pues los sistemas de cloacas colapsaron. Israel retenía los impuestos que debía girar a Gaza; también bloqueaba la ayuda internacional.
Israel no se limitó a cercar Gaza. Junto con la OLP, conspiró para derrocar al gobierno de Hamas. El golpe de Estado que impulsaron, en junio de 2007, fracasó y la OLP fue expulsada de Gaza. Entonces Israel reforzó el cerco económico, bloqueando incluso el acceso de mercancías elementales, como la harina para fabricar pan. El 75% de la población sufre "hambre extrema" (El País, 28/12). El cerco contra Gaza adquiere un carácter internacional: Egipto colabora estrechamente con Israel para mantener los pasos cerrados; la Unión Europea y Estados Unidos respaldan el sitio sobre Gaza.
El objetivo del cerco sionista era provocar el dislocamiento del gobierno de Hamas.
El cese del fuego, propuesto unilateralmente y efectivamente cumplido por Hamas, buscaba aliviar el cerco sobre la población palestina. Hamas se comprometió a no lanzar (y evitar que se lanzaran) cohetes contra el sur de Israel a cambio del compromiso israelí de abrir los puestos fronterizos al paso de mercancías y el fin de la política de "asesinatos selectivos" (contra dirigentes palestinos).
Durante varios meses, Hamas cumplió e hizo cumplir el cese del fuego a las restantes milicias palestinas. Israel no lo cumplió nunca. Lo reconoce el general retirado Shmuel Zakai, antiguo comandante del ejército israelí en Gaza. "Podríamos haber aflojado el cerco sobre Gaza, de manera tal que los palestinos, Hamas, comprendieran de que restringir el fuego era en su propio interés. Usted no puede hacer que la tierra explote, dejar a los palestinos en Gaza en la penuria económica y esperar que Hamas se siente a esperar y no haga nada" (Haaretz, 27/12). Es claro que el Estado sionista viene preparando la masacre que acaba de lanzar desde hace mucho.
Como dice el propio general, el lanzamiento de cohetes era la única manera que Israel había dejado a Hamas para "renegociar la tregua en mejores condiciones" (ídem).
Una semana antes del vencimiento de la tregua, el cerco era tan brutal que habían cerrado la mayoría de las panaderías, los bancos y hasta las agencias internacionales de socorro debieron dejar de operar por falta de alimentos, medios y recursos. Antes de que la tregua venciera, el semanario británico The Economist (20/12), en una nota editorial, reclamaba que "Israel afloje su cerco económico sobre Gaza" y que sólo si, una vez que se aflojara, las milicias continuaban disparando cohetes contra Israel, el estado sionista debería responder por medios militares. En el propio campo sionista, hubo numerosos reclamos de "aceptar la oferta de Hamas" (Larry Derfner, The Jerusalem Post, 24/12).
El 19 de diciembre, "a cambio de levantar el bloqueo sobre la Franja, Hamas ofreció en el mismo día 19 una reanudación por tiempo indefinido de una tregua" (El País, 28/12).
Israel rechazó la tregua y lanzó contra Gaza el ataque más descomunal que se tenga memoria.
El objetivo del ataque no es volver a ocupar Gaza: "el plan del ejército es golpear y salir", declara un especialista israelí (Corriere della Sera, 27/12). Primero con los aviones; después van a lanzar los tanques contra la población civil. El objetivo es propinarle un golpe demoledor a Hamas y esperar que, luego del retiro de los tanques y el fin de los bombardeos, Hamas capitule o sea desplazada del poder por la Autoridad Palestina de Abu Mazen. El cerco no se aflojará; la masacre continuará.
El primer crimen de guerra de Obama
Barack Obama ha llenado el "vacío de poder" dejado por el fracaso de la presidencia de Bush; ninguna decisión del gobierno norteamericano o de su Congreso se toma sin consultarlo. Lo mismo debe decirse de Israel, aliado estratégico del imperialismo norteamericano en el Medio Oriente. Obama comparte con Bush nada menos que al ministro de Defensa.
El cerco sobre Gaza se fue empeorando y reforzándose durante el desarrollo de la campaña electoral norteamericana. El candidato Obama nunca lo objetó ni lo criticó. Al contrario, "durante la campaña electoral el presidente electo se empeñó más que cualquier otro candidato en la defensa de Israel", recuerda el italiano Corriere della Sera (28/12). Nombró secretaria de Estado a Hillary Clinton, otra reconocida defensora del Estado de Israel; tampoco a ella se le escuchó criticar el cerco de Gaza y el intento de someter por el hambre a la población palestina.
A mediados de año, cuando visitó Israel, Obama declaró que "ningún país aceptaría que llovieran misiles sobre la cabeza de sus ciudadanos. ‘Si alguien estuviese dirigiendo cohetes a la casa donde duermen mis dos hijas por la noche, haría todo lo que estuviera en mi poder para detenerlo'..." (La Nación, 29/12).
Obama "no dijo nada acerca de la nueva ofensiva en Gaza, los asentamientos sionistas y la división entre los palestinos", agrega el especialista británico Robert Fisk (Página/12, 29/12).
En resumen, el acuerdo de Obama y del nuevo gobierno norteamericano con la masacre de Gaza es total y completo.
Pero así como el calendario electoral israelí empuja a los candidatos a respaldar la masacre y a exigir bombardeos todavía mayores, también el calendario político norteamericano establece sus reglas: la matanza debe estar concluida antes del 20 de enero, cuando Obama asuma la presidencia. Así, el hombre que aprueba la masacre del pueblo palestino podrá presentarse como un "promotor de la paz".
La masacre de Gaza es el primer crimen de guerra de Barack Obama. Ya allegarán otros, pero que el presidente electo haya elegido como su primer "teatro de operaciones" la Franja de Gaza es todo un anticipo de lo que será su gobierno. Obama respalda una masacre que quiere rendir por las bombas, el hambre, el asesinato indiscriminado de civiles y el robo de tierras los derechos nacionales del pueblo palestino.
Comentarios
Publicar un comentario