Grecia en bancarrota: un nuevo escenario de la lucha de clases

Los recuerdos traumáticos de la historia nunca mueren. El 23 de abril de 1941, el gobierno griego de Tsolakoglou rindió el país al ejército de ocupación alemán, transformándose en el primer “gobierno” de colaboradores nazis.

El 23 de abril de 2010, el gobierno de Papandreu activó oficialmente el llamado “mecanismo de salvataje” para evitar un default oficial, acordado con la Unión Europea que domina Alemania, rindiendo así el país a los controles de la Comisión de la UE, del Banco Central Europeo y del FMI.

Muchos griegos –incluyendo la prensa, en particular la de la izquierda– señalaron el paralelo entre las dos rendiciones.

Es la primera vez que un gobierno griego llama al FMI a intervenir en su crisis de deuda, y es la primera vez que el FMI, con base en Washington, es llamado a intervenir en un país miembro de la Eurozona.

Mientras que la operación de “rescate” no puede parar la bancarrota del Estado griego, ésta producirá una real catástrofe social en Grecia. Incluso la principal prensa burguesa da cuenta de que lo ocurrido en Letonia, después de la intervención del FMI, es nada en comparación con lo que tendrá lugar en Grecia.

Además de las medidas de austeridad ya decididas por el gobierno en su “Programa para la Estabilidad y el Crecimiento” del 3 marzo, el FMI exigió nuevos ataques draconianos contra los trabajadores, tanto en el sector público como en el privado: más recortes salariales y en las pensiones, despidos masivos más allá de cualquier límite establecido por la legislación laboral, abolición de los contratos colectivos negociados entre los sindicatos y las patronales, destrucción de todo lo que queda de los sistemas de salud y educación, además de destrucción del sistema de derechos jubilatorios.

El anuncio de la activación de esta operación de “rescate” fue hecho por el primer ministro George Papandreu desde Kastelorizo, una pequeña isla rocosa en el más remoto rincón sudeste de Grecia, lo que realmente produjo un efecto de farsa en la tragedia de millones de personas. La gente, obviamente, se puso furiosa.

En la misma tarde del viernes 23 de abril, pocas horas después del anuncio de Kastelorizo, miles de trabajadores y jóvenes llenaron espontáneamente las calles de Atenas. El 27 de abril, nuevamete, miles de personas protestaron en las calles de Atenas y otras ciudades, convocadas por sindicatos clasistas y por la Federación Nacional de Empleados Públicos (Adedy). El Partido Comunista Griego (KKE) organizó sus propios actos, separados de las otras actividades, mediante su facción sindical Pame, como es habitual.

Los actos y marchas del próximo 1º de Mayo en todo el país serán el próximo paso más importante, así como también el llamado a otra huelga general para el 5 de mayo. En esa huelga general participará incluso la Confederación General del Trabajo (GSEE), controlada por la dirección burocrática del Pasok, con la colaboración de la derecha y la complicidad de los burócratas de Synapismos (ex eurocomunistas).

La colaboración de clases desenmascara a los burócratas. El Presidente del GSEE, Giannis Panagopoulos (un miembro dirigente del Pasok) se reunió con la comisión tripartita del FMI /BCE /UE que supervisa la economía griega, a pesar de la decisión contraria tomada incluso por los otros miembros de la dirección del GSEE. Por eso, no es una sorpresa que hace pocas semanas Panagopoulos fuera atacado físicamente frente al Parlamento por una multitud furiosa de manifestantes.

La crisis afecta por entero el sistema político burgués. El anterior gobierno de derecha del partido Nueva Democracia es directamente considerado culpable por la bancarrota del Estado, la corrupción masiva y la “contabilidad creativa” de las finanzas publicas. El gobierno del Pasok pierde su legitimidad no sólo debido al rechazo de sus fraudulentas promesas preelectorales y sus propios pecados económicos –cometidos cuando estuvo en el poder durante dos décadas– sino, principalmente por sus actuales políticas antipopulares y su complicidad con la bárbara ofensiva deflacionista del FMI y la UE. Están proliferando las divisiones internas en el Pasok y la única fuerza unificadora es la participación en los beneficios del gobierno burgués.
Como los dos partidos burgueses que tradicionalmente gobiernan Grecia están desacreditados, se vuelve popular entre los trabajadores y otros estratos populares el slogan, bien conocido en Argentina en 2001, “que se vayan todos”. La burguesía está muy preocupada. Entre los círculos gobernantes se discuten escenarios alternativos para la emergencia: o “un gobierno de unidad nacional”, que combine el Pasok y Nueva Democracia, o un “gobierno de tecnócratas”.

La izquierda oficial demuestra estar muy lejos y atrás de las exigencias del momento histórico. El KKE, por un lado, utiliza una retórica izquierdista para llegar al extremo de plantear la posibilidad y necesidad de una lucha por un “poder de los trabajadores y del pueblo”, pero, por otro lado, limita su acción a controlar las protestas con un programa reformista, rechazando cualquier idea de frente único o de acción unitaria con otras fuerzas de izquierda. Syriza, la coalición de Synapismos con algunos grupos de extrema izquierda, s encuentra en una profunda crisis interna y en un proceso de fragmentación, que la paraliza y hace que caiga su influencia política.

En la izquierda radical, la situación no es mejor. Antarsya, un frente de grupos de la izquierda extra parlamentaria, está presente en las movilizaciones, pero con un centrismo total, que hace confusa la perspectiva de algunos participantes en ese frente, además critica al EEK desde... la derecha, culpando de ¡”ultraizquierdismo”! por plantear el dilema “burguesía o poder de los trabajadores”.

Nuestro partido, el EEK, está presente en todas las movilizaciones del país. Lucha por una huelga general indefinida para derrotar al programa del FMI y la UE, y para derrocar al gobierno del Pasok/UE/FMI. A través de la acción de masas, busca abrir el camino para el poder de los trabajadores y para una salida socialista a la crisis, mediante el repudio de la deuda externa de los usureros internacionales y los especuladores, así como también por una reorganización de las relaciones sociales sobre bases socialistas: nacionalización de los bancos y todos los sectores estratégicos de la economía nacional, bajo control de los trabajadores; ruptura con la UE imperialista y con la Unión Monetaria Europea; extender el “contagio” revolucionario por toda Europa, de sur a norte; por los Estados Unidos Socialistas de Europa.

En muchos lados, particularmente entre las fuerzas que habían participado en la rebelión de diciembre de 2008, este llamado es planteado por los comités de acción y por las bases autoorganizadas contra la burocracia sindical de GSEE/Adedy. Tales comités e iniciativas de lucha están emergiendo en diversas áreas.

El Estado capitalista trata de evitar la creciente amenaza de una rebelión popular por los medios usuales: intensificando la represión bajo la excusa de combatir el “terrorismo”. Una cantidad de arrestos a “los sospechosos de siempre” del entorno anarquista fueron “hiperpublicitados” por la policía y los medios de comunicación masivos, como ocurre con el desmantelamiento del grupo “Lucha Revolucionaria”, el cual en el pasado, entre otras operaciones, atacó con un misil la embajada de Estados Unidos en Atenas. La policía orquestó una campaña de histeria antiterrorista en los medios de comunicación que les salió por la culata: la mayoría de la gente está convencida de que esta ofensiva “antiterrorista” del Estado es sólo una distracción para tapar el rol de los terroristas reales, que son el capital financiero, el FMI y la UE. La real amenaza para los gobiernos es la rebelión de masas, no las acciones violentas de una minoría.

Grecia está en una transición que va de la rebelión de la juventud de diciembre de 2008 a esta primavera de rebeliones masivas de trabajadores.
Savas Michael (28/4/10)

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